Maternidad libre de culpa

No sé tú, pero yo no conozco una sola madre que no se haya sentido culpable en algún momento de su maternidad. Yo misma, la he sentido absorberme por completo en muchos momentos, bloqueando totalmente mi capacidad de acción.

Estoy segura de que sabes de qué hablo.

Un día, de pronto, entendí que todo era una trampa mental que me tendía a mí misma una y otra vez. Comprendí también que yo podía abandonar este sentimiento de culpa si realmente me comprometía con ello. Te enlazo al vídeo ¿Se puede vivir la maternidad sin culpa?

¿De dónde viene tanta culpa?

Vivimos en una sociedad que utiliza la culpa como moneda habitual de cambio. Hemos crecido tratando de huir de ser culpables de nada. ¿Cuántas veces no habré dejado de hacer cosas que deseaba, por la única razón de no sentirme culpable? ¿Te suena esto de algo?

Reconozco que hubo una época en mi vida en que no era capaz de aislarme de este sentimiento y claudicaba ante la posibilidad de sentirme culpable.

Y esto, es algo generalizado como sociedad, está claro. En una cultura más centrada en el premio y el castigo que en la verdadera educación de la persona, el papel que cumple la culpa es sin duda fundamental. Pero aunque esto sea así para todos, lo cierto es que sobre las mujeres esta culpa ha recaído con una mayor insistencia, por aquello de comernos las manzanas.

Así que, ¿cómo algo tan femenino como la maternidad, no iba a estar teñido de culpa?

Maternidad y culpa

Convertirnos en madres nos hace entrar de lleno en un nuevo rol social. Todo el mundo parece saber lo que se espera de una buena madre y qué es lo que deberíamos estar haciendo a cada momento: cómo deberíamos cuidarnos durante el embarazo, qué tipo de parto tener, dónde dar a luz, qué forma de lactancia dar a nuestros hijos, cómo educarles, qué alimentos darles, cómo acompañarles en su día a día…

Pero para mayor complejidad, estas opiniones no parecen ponerse nunca de acuerdo. Conclusión: siempre lo estarás haciendo mal para la opinión de alguien.

Caldo de cultivo ideal para la culpa en un momento tan vulnerable de nuestra vida.

¿Qué podemos hacer entonces para abandonar la culpa?

Hay salida. Siempre la hay. También para esta sensación de culpabilidad que puede llegar a impregnar nuestra maternidad.

Lo primero que necesitamos es tener una buena autoestima bien fuerte. Por aquí está la mayor puerta de acceso a la culpa.

Cuando no nos queremos lo suficiente a nosotras mismas, cuando vivimos con dependencia emocional, atentas siempre al qué dirán y al juicio externo, no tendremos la fuerza suficiente para hacer frente a esta emoción.

Por eso, no se trata de luchar contra la culpa sino de amarnos a nosotras mismas. Comienza a cuidarte, a quererte, a confiar en ti y poco a poco, la culpa no tendrá cabida en tu vida ni en tu maternidad.

Aceptar el duelo que conlleva

Creemos que deshacernos de lo que no nos gusta debería ser fácil. Sin embargo, decir adiós a un patrón de conducta tan arraigado en nosotras, es como decir adiós a una parte de nosotras mismas. Por eso, en el fondo, duele. Por eso, en el fondo, vamos posponiendo este cambio (y otros importantes) en nuestras vidas.

Tenemos que estar dispuestas a pasar ese duelo. A desapegarnos de la estructura de pensamientos que nos invade y por la que, tan fácilmente, nos dejamos llevar. Es reunir el valor para no permitir que otros decidan cómo debemos sentirnos. Es hacernos conscientes de que somos 100% dueñas de nuestros sentimientos y que, por tanto, nos corresponde solo a nosotras romper este duro patrón.

Por supuesto que sería más fácil no sentirnos culpables si todo el mundo nos tratara con la amabilidad y empatía que necesitamos pero, si esto no se da (y lo más probable es que no se dé)… ¿por qué quedarnos esperando cuando podemos actuar?

De todo esto hablo en más detalle en Gozar la maternidad, porque considero que abandonar la culpa es uno de los elementos fundamentales para poder llegar a gozar nuestra maternidad y nuestra vida… porque la felicidad no te llega, ¡la construyes!

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7 DÍAS PARA GOZAR LA MATERNIDAD

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